domingo, 27 de abril de 2014

Cambio de hora



El miércoles pasado compartí con una señora desconocida y menopaúsica. En Vitacura me tenía que juntar con un joven emprendedor para hacer un trueque y como se demoró en llegar, decidí almorzar en una banca. Saqué mi termo, y como buen estudiante, miré al cielo para agradecer. Mientras mis ojos buscaban un punto en el vació para conectar ideas, intervino una mujer:“Puta que hace calor”. Con la boca llena de papas cocidas, moví la cabeza en forma ascendente.

Se sentó a mi lado y me empezó a hablar de su vida. Que no le gustaba el trabajo (Call Centert), que le aburría, que le quedaba muy lejos de su casa y que prácticamente todos los días le faltaban el respeto. Su hobbie insatisfecho es la fotografía. Estuve como un pañuelo de lágrimas, escuchándola y dándole consejos. Cómo es posible que el humano esté sumido a estas formas de vida, esclavizantes, con lógicas darwinianas y sin sentido. ¿Para qué sirve trabajar?

No me quise ir en lo metafísico para no asustar a la señora, pero salió toda mi indignación de universidad pública. Acto seguido me preguntó si yo era “un artista”. Le dije que sí, que tenía una banda musical (“Poetas de la Conciencia") y que me gustaba escribir poemas a mujeres que me gustaban.

A la media hora, ya me quería ir. Tenía mucho calor, el sol me pegaba en el “mero mate”. Me levanté de forma caballerosa, y me despedí con un beso en la mano.

En esa noche con Gac logramos ver a Paul McCartney con tickets cortados gracias a unos “azules” que caminaban por ahí. Al terminar el concierto, fuimos al backstage a buscar al británico. En la aventura, nos encontramos con un señor de 60 años que manejaba un lenguaje inculto informal, al igual que nosotros, pero mucho más acentuado. “Estoy esperando al Pol Macarni” “Puta la hueá que se demora en salir este saco de huea. Son pasá la 1, y vivo en Colina 2, no sé cómo volver”. 

El viernes probé por primera vez una donuts. Homero J Simpsons es el culpable. Nunca lo había hecho. Una niña experta en este alimento me inició. 

Horas más tarde esperando micros maipucinas nocturnas me hice amigo de un colombiano. Me llamó la atención su vestimenta tan formal, demasiado exagerada. Hablamos lo típico. “¿Y tú qué haces? ¿Por qué Chile? ¿Qué equipo te gusta? ¿Hasta cuándo estás? ¿Conoces a Falcao? ¿Qué estudiaste? ¿Dónde vives? ¿Qué conoces de Chile? ¿Te gusta Chile? ¿Son simpáticos los chilenos? ¿Entiendes la rapidez con que te hago estas preguntas?”.

“Estoy de terno (usado) porque voy a un cumpleaños y quiero conocer minas”.

En los Odesur conocí a una niña que se llama Dulce Inocencia. Ella es muy tierna, cocina muy bien y le gusta el anime. Hace tortas con diseño, y a domicilio. Una vez fue a la sala de prensa y coloqué un vals. Le dije que quería bailar con ella. Me sorprendió, y lo hizo. Al intentar tomarle la cintura, le toqué el trasero sin querer. No se dio cuenta. Para mi fue un momento romántico, para los espectadores, patético.

La hora cambió. Se retrocederá el tiempo en 60 minutos ¿Quién nos devolverá esos segundos perdidos? El sol aparecerá más temprano. Lo importante es que saldrá. Y no se cansa de iluminar.

jueves, 24 de abril de 2014

Paul McCartney



He visto 3 veces a Paul McCartney. Mi vida ahora tiene algún sentido.

2011, Estadio Nacional: Un milagro. En primera fila (debe ser el mejor show en la historia de Chile).
2014, Movistar Arena: Con entradas cortadas, gracias a los azules.
2014, Movistar Arena: Con entradas compradas.

La inmortalidad existe.

miércoles, 16 de abril de 2014

Análisis metafísico de la acción

(Imagen de 6 años atrás. ¿Les cuento un secreto? Fred es Gac)

Gac plantea que la dialéctica de la historia es una lucha permanente e ineludible entre los “buenos” y los “conchadesumadres”. Premisa que tiene gran asidero en los tiempos modernos, y que analizándolo ontológicamente se acerca a lo que se preguntaba Kant: ¿Qué es el hombre? Lo que dice Gac anula el concepto de clase de Marx, y va más allá de un asunto material y de “cosificación”, ya que predispone una disputa simbólica y concreta del espacio público entre la naturaleza prima del bien y del mal. 

Adorno se aproxima a lo que dice el filósofo de La Cisterna, pues su visión de la historia es un camino tangencial en la cornisa de la desgracia. De acuerdo al frankfurtiano, en cada época, en cada momento estamos “al borde de la catástrofe”. Desastre y calamidad que se incrementa a pasos de gigante como diría el vocalista de Bacilos, pero que puede ser detenido por algo que nos enseñó Kant, que es la “buena voluntad”, en donde toda acción que pretende el progreso, debe estar familiarizada con este concepto, o sino se le negará la máxima de la plenitud. Por ejemplo, si un millonario (o hipster) desea construirle una casa a un porteño se enfrentará a la contradicción recurrente de la existencia: Figuración mediática versus amor y solidaridad, el ego contra la nobleza.

La llave para abrir la puerta hacia los recuerdos de la “buena voluntad” es la razón, pero ojo, sólo es un instrumento, un puente, hacia una vida digna y consecuente en un universo de emociones.

El saber se ha convertido en algo peligroso, delicado y mundano cuando se desprende de la “buena voluntad”. Los llamados “intelectuales” de esta época están encerrados en sus universidades, en guettos donde todos se conocen, alejándose del ciudadano común al que ven sólo como parte de su experimento. O simplemente, no tienen tiempo porque les exigen parámetros definidos de investigación.  

Si estos “intelectuales” no sólo hicieran sus estudios para que se los lean otros “intelectuales” podríamos hacer algo mejor e intentar demoler las estructuras del general. En este sentido, Ortega y Gasset examina la idea del “bárbaro moderno” que se asemejaría a un tipo de “conchadesumadre” de Gac. “El bárbaro moderno” sabe mucho de un área del conocimiento, es como un gran pozo sin fondo, pero sólo un pozo, y no es una piscina olímpica. Como sabe mucho de un tema, cree saberlo todo y opina de todo y, por lo tanto, sesga el conocimiento, desinforma y confunde.

La vida, de alguna manera, es un conflicto entre el ying y el yang, entre Stone Cold y triple H. Pero esta disputa, a mi parecer, se da en el ámbito de lo nuevo contra lo viejo, de la rebeldía de corazón tranquilo de una generación que emerge desde un amor inconmensurable y que quiere cambiarlo todo.
  
“Aquí está surgiendo algo insólito y es que las nuevas generaciones se autoafirman y no se consideran ya simples fuerzas mecánicas movidas por una abstracta necesidad histórica" Silo

domingo, 6 de abril de 2014

El joven del pasillo


Lentes gruesos, cabello desordenado y camisa abrochada hasta el último botón. Zapatos negros y pantalón más arriba que el ombligo. Esta era la apariencia de un joven que yo pensaba que era el Steve Jobs chileno. Sentado a mi lado leía un libro (o hacía como que leía), mientras su pie derecho temblaba, quizás, producto de la falta de actividad sexual (a mi me pasa).

Por el pasillo pasa una mujer muy delgada y con una chasquilla considerablemente exagerada, estilo Grease Brillantina. Sus tacos sonaban como los de Cruela Devil,  componiendo un musical de ecos muy aterrador. Temí.

El joven se coloca de pie y la persigue para hablarle, en ningún momento se detienen. Es una conversación a paso rápido.  Para que se lo imaginen, él habla muy pronunciado y ella con la típica voz académcia.


- Niño: “Hola profesora. Encontré la idea para mi tesis”.

- Señora: “Por fin, me alegro mucho.”

- Niño: “Puede que lo considere tonto en un principio, pero deme unos segundos porfa”

- Señora:"Se los doy…"

- Niño: “Yo soy muy computín y siempre estoy viendo las cosas nuevas que aparecen en internet. ¿Conoce la página por la puta?

- Señora:”No ¿de qué se trata?”

- Niño: “Se suben chistes, videos y cosas así”

- Señora:”Ya…y cuál es tu idea?”

- Niño: “¿Ha visto alguna vez un meme?

- Señora: “Parece que sí. Una foto con unas palabras, parece”

- Niño:” Sí, exacto. Quiero hacer mi tesis de los memes y su influencia capitalista en los movimientos sociales de Chile”.

(Silencio eterno)

- Niño: “Los memes son una invención del neoliberalismo para desviar la atención de los reales problemas. Eso va generando una espiral del silencio y nos olvidamos de la reivindicación de clase. Y si le sumamos la escuela de Frankfurt...”.


Fin.