4 horas, 33 minutos y 10 segundos me demoraría en llegar
caminando a la casa de Mariana. Santiago crece cada vez de manera más
desproporcionada, con sobreabundancia de
ciudadanos, con poca conectividad, con universidades que lucran, con más malls
que bibliotecas, con carencia de espacios públicos y con habitantes que con el
tiempo han ido adoptando conductas de rebaño. ¿Estamos cerca de una catástrofe?
Uno de mis hobbys es hacer amigos viajeros puesto que con ellos
puedo sentir y percibir lo cotidiano desde la novedad y lo extraño. Todos, exactamente
todos, me dicen que Santiago es la ciudad más ordenada de Latinoamérica y que
feliz vivirían aquí. What’s?
Según mi última consulta ciudadana, en el marco de un
proyecto Fondeviovy, la mayoría de las personas se demoran 1 hora en llegar al
trabajo. O sea, al día, por lo menos, pasan 2 horas trasladándose. #Indigno
Para llegar desde mi casa hasta la plaza de Maipú son 40
minutos, y hasta la casa del Cris es casi 1 hora. ¿¡Cómo tanto si estoy en la
misma comuna!? #Porlarechachu
La publicidad ofrece autos porque con ellos supuestamente obtendrás rapidez, elegancia, status y sexualidad. A simple vista sería un negocio efectivo y práctico, pero en la realidad no lo es. En la capital hay una plaga de vehículos (y de otras
estupideces), tanto así que parecemos termitas sobre una astilla. Un conflicto que fue creado y pensado por unos pocos, y que en el día a día afecta a la única gran mayoría: Los “nadies” de Eduardo
Galeano, los que sueñan con salir de
pobres, los que no tienen nombre, pero que
sí son identificados en números.
Las distancias son aberrantes y lo peor es que esto va
creciendo exponencialmente. La distancia provoca aislamiento y robotización. Nuestra
emocionalidad se evapora como el agua en el desierto, y la ira colma nuestros
corazones como una conexión eléctrica hechiza.
En la "cromi", el amigo que va tan casando como yo se disputa un asiento conmigo, transformándose
en un enemigo repudiable. La distancia
segrega, aleja, crea guetos, desarticula la fraternidad y uniformiza. Como
diría Jorge Sampaoli: “Hay que acortar el equipo”. Tenemos que reencontrarnos,
volver a sonreír y a mirarnos a los ojos. Hay que acercarse…no cuesta nada dar
un abrazo.
Y para finalizar quisiera decir que el frío no me gusta y
que poco a poco iré odiando la 506.