Me acerqué a su cuello sólo para comprobar que su aroma olía a pura
humanidades de institución educacional pública. Terminó la canción y levantó la mano para
hacerle un gesto a su grupo de amigos: “Cabros estoy acá”. Ese “cabros”
corresponde a un vocablo muy particular de una clase emergente de vagos académicos que me
caen relativamente bien. Prefieren el terremoto al whisky, la pachanga sobre la
electrónica y a Ranciere para dejar en silencio a Axel Kaiser.
Quizás es vegana nivel 5, quizás. Su familia seguramente comía en ollas comunas en tiempos de la Unidad Popular, seguramente. Y supongo que al dinero le dice “moneah”, a los traidores “desclasados” y al “hueón”, “washo”. Y lo
más probable es que sea pro aborto, pro matrimonio gay, pro divorcio gay, pro
marihuana, pro animal, pro sexo casual, pro Patagonia sin represas, pro ateísmo,
pro soja, pro capucha, pro libros usados, pro copas menstruales y pro destrucción total.
“Flaco, ¿Querí bailar?” así comenzó todo, y así fue como todo terminó. No está en las redes sociales ya que la lucha está en la calle (a la wena rebeldía ooee
zii). Si el sistema electoral fuera a mano alzada, votaría. Profesa El Capital de Marx desde Wikipedia y rehúsa de cualquier forma de autoridad y de propiedad privada, pese a que de todas maneras amó a su ex pareja como una propiedad privada.
Igual la vecina cuando crezca cambiará sus trapos del persa por la última promoción de Falabella. Y caerá en la trampa de derrotar al capitalismo
juntando kilómetros Lan Pass. Una bella golondrina comiendo del basurero municipal.
Da vuelta la página, y no alegues. Pendeja.
Saludos cordiales.
Atte.
Una persona.