Mi mente se poseyó de tal forma de la serie que, creía (creo) poseer las habilidades de Gokú, o en su defecto, del pequeño Krilin. Pero nunca pude, lo intenté varias veces.
Un día, por ejemplo, concentré mi KI (poder interior que tienen todos los terrícolas), sin embargo, sólo conseguí orinarme en mis pantalones.
A los 13 años, en la Institución Marista, me encaramé en uno de los juegos del patio de los más pequeños. Aproximadamente eran 3 metros de altura, semejante a una celda de lucha libre, en la cual subí hasta la cima y me tiré de “guata” con el fin de volar. Producto: Esguince de Tobiilo
Dos años después, intenté tirarle una Henkidama a Luis Ruiz (Ex Profesor del IAE, y actual oficinista de LAN Chile), pero no logré juntar la energía necesaria (Maldito Mister Satán).
No obstante, la vez que pude ocupar mis poderes, fue en los deportes. En los partidos de Tenis, me concentraba de tal forma que los rivales lanzaban la pelota fuera de la cancha. Fui exitoso en esta disciplina, pero no por mis dotes de tenista, sino que por mí poder sayain.
Ahora que llegué a la tercera edad, y la próstata no funciona como antes, sólo me queda recordar mis poderes (los cuales nunca tuve).
En la actualidad, me cuesta pensar. Algo que me ha pasado siempre, pero ahora debido a que la serie animada ha generado un vicio en mi actuar.
PD: El Señor Picoro es bakán.